El Grito de Baire

EL GRITO DE BAIRE: 24 de Febrero de 1895

Por Rafael Barreto


El corazón patriótico cubano se debatía en cruentos esfuerzos y forcegeos por alcanzar la libertad tan ansiada y necesaria para la patria cubana. Y nuestro glorioso mambí, a pie y descalzo, oyendo una engañosa propuesta conoció “El Pacto del Zanjón.” Unos lo rechazaron, otros lo aceptaron con sentimiento y a otros no les quedó más remedio que aceptarlo y así fué como los héroes del ´68 se vieron esparcidos por el mundo entero.

El Pacto del Zanjón le dió a nervio combatiente un reposo ó un receso de 10 años que fué motivo para que la piarra española se hiciera a la idea de que ya la lucha para los cubanos estába terminada. Lo que ignoraban las huestes hispanas era que aquel muchacho que cuando el glorioso “Grito de Yara” contaba apenas 15 años, aquel que nació en la Calle de Paula, aquel que arrastró cadenas y grilletes por defender los ideales de la gloriosa casta del ’68, aquel que había sufrido prisiones y destierro, el de los versos sencillos, el que había visto al águila herida subir al azul del cielo, el mismo que cultivó una rosa blanca en Junio como en Enero, el de la pluma invencible, el del verbo sereno y poderoso, el que por gigantesco a pesar de su pequeña estatura no cupo en el espacio de los héroes y le hicieron lugar con los apóstoles, el que nunca, desde que abrió los ojos al entendimiento no vivió un segundo que no fuese dedicado a Cuba su patria querida, el mísmo que le había dado forma en su mente de civil al proceso militar para obtener el propósito deseado.

Aquel que cuidaba del guerrero con ternura de padre abnegado, el mismo que desde tierras lejanas dirigía con amor los pasos del combatiente isleño, el mismo que castigó a la traición con dureza pero sin odios, el que tocó puertos y atravesó montañas uniendo a valientes, el fundador del Partido Revolucionario Cubano en el exilio del que pudo ser presidente y humildemente aceptó solamente el cargo de delegado, el que con su carisma puso a todos los grandes cubanos a pensar hacia el mísmo rumbo, el que redactó “El Manifiesto de Montecristi” con el concurso del Generalísimo Máximo Gómez y el apoyo del Comandante Collazo, José Maria Rodriguez y otros.

El mísmo José Martí, que alertó a el oido de los héroes de ayer con la mísma voz que a los pinos nuevos. Y el 24 de Febrero de 1895, después de haber hecho llegar un cubanísimo puro a las patrióticas manos de su corresponsal, amigo y compatriota Juan Gualberto Gómez para que sacara del interior del aromático tabaco la histórica y gloriosa órden del alzamiento en la señalada fecha al grito de ¡Cuba Libre! partieron para la guerra Bartolomé Masó, Guillermo Moncada, Rafael Portuondo Tamayo, Quitín Bandera, Victoriano Garzón y otros tantos que no me alcanza el espacio. Pero en Baire, Mariano y Saturnino Lora lanzaron el grito de rebeldía y así quedaba terminada la obra del más grande de todos los cubanos. Ya podía morir como le había dicho a Nicolás Heredia y a Rubén Dario. Queria morir pronto a la vida física para vivir siempre en la vida histórica.